La estatua “más grande del mundo” de Juan Pablo II, según dicen sus propagandistas, opera como un dispositivo para leer el modo en que circulan y buscan la expansión de sus poderes políticos y económicos, las fuerzas derechistas y las ultraderechistas (nostálgicamente devotas del dictador Pinochet). Unas fuerzas que esta vez buscan inscribir sus marcas nada menos que en los espacios públicos para ejercer controles simbólicos sobre la ciudadanía. La Universidad San Sebastián, que alberga en su directorio a quienes fueran personeros del régimen de Pinochet, abre una serie de interrogantes pues bajo el pretexto de la donación de una estatua, ha implementado una alianza o más bien una colusión económica y política con el actual poder municipal de la UDI. De esa manera, el municipio de Recoleta trabaja a favor de los intereses de esa Universidad generando una forma oblicua de asociación (UDI) con el fin de convertir una parte de la ciudad en soporte ideológico para beneficiar los intereses privados de una universidad. Más allá que la estatua sea (desde el punto de vista estético) uno de los adefesios más inquietantes propuestos durante este nuevo siglo, el tema central de esta “donación” radica en cómo la derecha se apropia, mediante las influencias políticas y el dinero, de los espacios públicos para continuar incrementando sus ganancias. Porque este negocio que vulnera los tránsitos sociales que le pertenecen a la ciudadanía no tiene nada de religioso. Más bien se trata de una abierta intervención política y económica para inscribir la Universidad San Sebastián en el imaginario nacional. La figura espeluznante (desde el punto de vista estético) de Juan Pablo II constituye una marca territorial que pretende disminuir o deshacer la preeminencia arquitectónica y simbólica de la Escuela de Leyes de la Universidad de Chile en el barrio Bellavista. La estatua católica viene a competir con un edificio que ha albergado por un siglo a la Universidad de Chile, el gran plantel estatal (aunque ya no gratuito) cuya emblemática diferencia radica en la enseñanza laica. No deja de ser importante, considerar que esta (espantosa y desproporcionada) estatua viene a interferir con sus signos papales el espacio laico de la escuela de leyes. La plaza que recibiría la horrorosa estatua (desde el punto de vista estético) ya fue despojada de su nombre histórico, al que el municipio cambió convenientemente por el del Papa, para asegurar así la llegada de la estatua. La intención final puede ser analizada como una trama perfectamente sincrónica de apropiación del sector, cuyo título podría ser: “Operación Bellavista” que apunta, al menos, a tres instancias. En primer término la llegada de la Universidad San Sebastián desde Concepción a Santiago y ahora al barrio Bellavista bajo la exitosa y elemental fórmula de adoptar nombres religiosos para imprimirle seriedad y hasta estatus a su proyecto de lucro educacional. En segundo término -y esto me parece estratégico- con la llegada al barrio Bellavista consiguió cambiar el nombre tradicional de la plaza mediante un acuerdo municipal (UDI) y llamarla Juan Pablo II. Para hacer el cambio usaron el argumento de la mediación papal en el conflicto de Argentina. Eso podría haber “pasado” si no existiera el ·dato duro que el General de Ejército en retiro y ex Subsecretario de Relaciones Exteriores de Pinochet, Ernesto Videla, forma parte del Directorio de la Universidad San Sebastián y participó en el conflicto limítrofe entre ambos países. Y en tercer término, se cambia el nombre de la plaza: “Domingo Gómez” que fue un poeta y estudiante de leyes de filiación anarquista, muerto después de ser detenido por la policía en 1920. Así se neutraliza la Universidad pública y se desaloja del sector un signo conmemorativo de las luchas sociales de los estudiantes chilenos a lo largo del Siglo XX. Y, con el cambio de nombre, simbólicamente se erradica la memoria de la rebeldía y la protesta joven que es el gran fantasma que desvela las instituciones educacionales. Pero la universidad San Sebastián carece de toda sutileza y, cuando puso en marcha su “operación Bellavista”, lo hizo de manera torpe pues intentó imponerle a la ciudad una donación espantosa que jamás iba a pasar desapercibida porque su factura cita un delirio. Y como si fuera poco, esta “obra” será realizada por el “escultor” Patricio Cordero, quien es hermano del dueño-directivo de la universidad. De esa manera podemos pensar en un negocio tan redondo como la tierra. Sin embargo lo que esta megalomanía UDI no contempló es que los tiempos dictatoriales y secretistas han terminado y la ciudadanía cuenta con las energías para denunciar y dirimir los temas que los afectan. Leí que el alcalde de ¨Ñuñoa había señalado que la estatua (que gracias a la voz ciudadana ya se transformó en un cacho) podría ser ubicada en las puertas del Estadio Nacional. Yo, como vecina de Ñuñoa, me opongo porque no nos corresponde recibir mamarrachos estéticos en nuestra comuna. Pienso que lo que debería hacer este enclave UDI para salvar su inversión “cultural” y como un gesto supremo de unidad derechista es donarle la estatua a Sebastián Piñera para que la instale para siempre en el frontis de las oficinas centrales de Lan Chile. Diamela Eltit
La escritora Diamela Eltit, además, analiza el protagonismo de las cónyuges de los candidatos a la presidencia
Esposa de Arrate: "La figura de la primera dama me parece anacrónica e indigna" Paulina Toro G
Escritora, académica de la Universidad de Nueva York, da charlas allá, es de izquierda y ferviente luchadora para evitar que hasta en el lenguaje se subordine a la mujer respecto de su marido, esposo, pareja o novio. De hecho le carga que la llamen “la mujer de”.
Damiela Eltit no se ha visto ni en la tele junto a su cónyuge Jore Arrate, ni sentada entre las rubias mujeres de los otros candidatos. Incluso dice que, si Jorge llegase a ser presidente, ella seguiría en sus clases, sus libros, sus cosas. Por lo mismo, ¿qué le parece el protagonismo adquirido por Karen, Ceci y Martita, las esposas de los otros candidatos? Responde: “Creo que forman parte de una política generalizada de frivolización de la política. No es casual, es una táctica neoliberal que esconde los verdaderos problemas que presenta esta elección, la crisis de un modelo económico que requiere ser repensado enteramente”.
Pero hay quienes piensan que frivolizar la política ayuda a simplificar sobre áridos temas. Sí, siempre hay una franja que frivoliza la política con el fin de incrementar la industria del entretenimiento y puede ser saludable. Pero otra cosa es cuando el único espacio posible es el de una interesada anecdótica frivolización que impide debatir los problemas nacionales. Se trata de un programa político neoliberal que busca invadir el espacio público para distraer a la población.
Se ha dicho que entre Cecilia Morel y Karen Doggenweiler hay una visible afinidad. ¿Cree que se teje una colusión entre ellas versus Larraechea? No me parece importante la relación que tengan, es anecdótica. Los que sí requieren ser analizados por la ciudadanía son sus maridos, los dos candidatos a la presidencia y examinar si allí existe una colusión.
Siendo usted una ferviente defensora de los roles de la mujer, ¿cómo sería idealmente el de una primera dama? No creo en la figura de la “primera dama”. Me parece anacrónica e indigna de la democracia. Indicaría que las otras damas de la nación, la totalidad de las ciudadanas chilenas, serían damas de segunda y así se podría pensar en damas de tercera o de cuarta. No pues, eso sí que no.
¿Cómo debe ejercerse ese rol entonces? Depende pues de las capacidades y formaciones de cada persona. Si alguien está habilitada profesionalmente para trabajar con la complejidad y rigurosidad que requieren las organizaciones sociales, me parece muy bien. Pero yo prefiero la fórmula de la Presidenta Bachelet (quien prescindió simplemente de un primer damo).
Usted es la única que no aparece junto a su marido en esta descarnada campaña. ¿Qué le diría a la gente que cree que Arrate anda medio solito? Lo que Arrate ha tenido que enfrentar “solito”, como dice usted, en esta “descarnada carrera presidencial” es la terrible y sincronizada discriminación por parte de los medios para promover sus ideas y poner la opción de izquierda en el espacio público como una alternativa de gobierno en Chile. Yo soy una mujer de izquierda y Jorge Arrate cuenta con mi apoyo político.
¿Por qué debieran los chilenos elegir a Arrate? Me permito citar el debate presidencial de TVN. Allí, la ciudadanía pudo apreciar las capacidades políticas e intelectuales de Jorge Arrate. A nivel electoral, pienso que es hora de establecer un giro político que rompa la terrible desigualdad que hoy nos avergüenza. La izquierda representada hoy por Arrate tiene esa misión y esa visión.
DIAMELA ELTIT, ESPOSA DE JORGE ARRATE: “Es una lástima que el sistema se funde de nuevo en las mujeres para hacer el trabajo sucio”
Junto con criticar la poca presencia que ha tenido el candidato del pacto Juntos Podemos en los medios, fustigó la serie de ataques verbales entre las esposas de otros candidatos. Desde Estados Unidos afirma: “Este espectáculo yo lo hallo regresivo”. (Terra.cl) Por María Teresa Villafrade
SANTIAGO, octubre 10.- La escritora Diamela Eltit sigue día a día la campaña presidencial de su esposo el candidato Jorge Arrate, pese a encontrarse trabajando en la Universidad de Nueva York. Allí da clases de narrativa en un master de escritura creativa que dura un semestre, en calidad de Distinguished Global Professor. “Estoy con un permiso sin goce de sueldo de la Universidad Tecnológica Metropolitana, donde soy profesora titular”, dice, pero asegura que volverá al país unos días antes de las elecciones del 13 de diciembre próximo.
¿Le ha tocado seguir entonces la campaña presidencial de su esposo a distancia? Es relativo, porque el acceso a las comunicaciones es bastante posible. La conexión es muy alta, territorialmente es distante, pero desde el punto de vista intelectual es muy cercana.
¿Y en ese sentido cómo lo ha visto a él? Bien, en este minuto hay un panorama bastante interesante en el sentido que la opción que yo apoyo y que encabeza Jorge Arrate, me parece que ha podido tener una ubicación en el panorama nacional. Porque la propuesta que encabeza Jorge había sido marginalizada por los medios de comunicación y por los intereses más neoliberales. Pero ahora se ha abierto un camino para que la ciudadanía chilena pueda evaluar la necesidad de pensar en una opción de izquierda para Chile que pudiera solucionar el gran problema que tenemos que son las desigualdades sociales.
¿Cree que algo pasó a partir del primer debate presidencial en televisión, donde su esposo pudo mostrarse masivamente? Lo que pasa es que efectivamente yo pienso que los discursos públicos, televisión, radio y otros medios, construyen verdad por decirlo de alguna manera. Y en ese sentido la presencia de Jorge Arrate había estado yo diría… oprimida, reprimida por la imposibilidad de comparecer discursivamente en esos espacios. Pienso que el debate fue una instancia para recuperar un poco la sensatez y ver que efectivamente: punto uno, está la izquierda; y punto dos, con un representante extraordinariamente bien habilitado. Entonces creo que ése es un momento, un punto de quiebre para la presión negadora de los medios y de los discursos interesados en que esa presencia no se viera. Pienso que ha habido un ligero, no total, cambio de panorama.
Ha tenido oportunidad de ver entre las señoras de los candidatos que se atacan mutuamente a través de los medios. De estar presente en Chile ¿cómo habría sido su participación? Yo creo que ésa es una táctica, una estrategia más bien neoliberal, mediática y en cierto modo semejante a una farándula. Es una manera también de distraer, una fórmula, una tecnología política para distraer… Eso no es casual, no es ingenuo, pero el punto no está ahí, porque es un punto distractor. Lo que en realidad tenemos que pensar es que el modelo económico ha sufrido una de las peores crisis en un siglo, y que hay que hacer un giro para impedir que se sigan profundizando las desigualdades y pensar en un Estado más poderoso, que es la opción de la izquierda a la cual yo adhiero. Soy una mujer de izquierda. Es una lástima que el sistema se funde de nuevo en las mujeres para hacer el trabajo sucio, me parece lamentable, especialmente en el marco de lo que estamos hablando. A nivel internacional hay un reconocimiento al pensamiento, a la estructuración de signos de la mujer… Y que se vuelva atrás, yo diría que esto es regresivo. Nosotros tenemos una Presidenta muy inteligente, muy lúcida, muy capaz, entonces este espectáculo yo lo hallo regresivo… Básicamente por el sujeto femenino. Pero lo entiendo como una tecnología de dominación precisamente del sistema masculino.
¿Cómo sería posible imprimirle otros movimientos a este siglo nuevo y corregir algunas de sus insensibles faltas sociales? Se podría partir por denunciar lo que el sociólogo francés Pierre Bourdieu llama “el poder hipnótico de la dominación” que se realiza mediante violencias simbólicas que se vuelven imperceptibles aún para sus víctimas. Sucede así porque el conjunto de los poderosos discursos sociales naturalizan la violencia para conseguir mantener sus dominaciones y conservar íntegros los controles sobre la población. Y se efectúa, desde luego, una forma de violencia simbólica cuando se produce lo que el mismo sociólogo denomina “efectos de realidad”, es decir no es que determinadas situaciones sean reales ni menos verdaderas sino se genera esa condición mediante la intervención de los poderosos discursos públicos. Los medios de comunicación y sus intereses económicos y corporativos tienen un lugar preponderante para conseguir el éxito de estas construcciones.. La desigualdad económica y social chilena nos habla de una concentración de bienes sin precedentes. Pero esa concentración de bienes posee entre sus múltiples haberes, numerosos medios de comunicación del país: televisión, radios, periódicos que velan porque esa concentración se mantenga. Los medios producen “efectos de realidad” para capturar no sólo a los auspiciadores sino también a sus lectores o espectadores. Porque los “efectos de realidad” están diseñados para favorecer al capital, para incrementar las ganancias y gratificar a los grandes consorcios de los cuales los medios forman parte. La violencia simbólica que ejercen actualmente la mayoría de los medios de comunicación muestra una marcada inclinación a favorecer un capitalismo intensificado. Un buen ejemplo lo constituye el debate presidencial y su violenta “reescritura” por parte de algunos medios que lo promovieron, lo cubrieron y lo calificaron. Sólo uno o dos días después del debate se precipitó una abierta y marcada intención por desarticular el escenario político que un conjunto mayoritario de chilenos presenciamos. La violencia simbólica que se ejerce y el “efecto de realidad” que ha buscado construir parte de los medios, radica en hacernos creer que no vimos lo que vimos, sino que vimos lo que los medios (a través de sus disciplinados comentaristas u opinólogos) dicen que vimos. ¿Qué dicen los medios que vimos? Un debate innecesario, anecdótico, incorrecto y hasta inmoral en la medida que Frei mencionó que el candidato-empresario Piñera fue sancionado internacionalmente por sus malas prácticas en relación con sus acciones de Lan. Hay que consignar que el empresario-candidato pagó sin chistar la multa asignada por su irregularidad. De manera multifocal las publicaciones dicen que se trata de un debate que no cambia las composiciones y los porcentajes que los mismos medios han construido. Un comentarista dominical aseguró que el candidato que yo apoyo (en política yo me comprometo con opciones y no con maridos) Jorge Arrate parecía un profesor de liceo. Lo señaló con un matiz profundamente irónico, clasista y despreciativo hacia los miles de miles de profesores chilenos de enseñanza media de colegios municipalizados de los que yo misma he formado parte. Pero indicó también, agraviando el intelecto de la teleaudiencia, que Arrate “no dijo nada”, es decir que Arrate no planteó que hay que renacionalizar el cobre, que las pymes deben tener mercados propios, que el Banco Estado tiene que volver a ejercer sus funciones de Banco “del” Estado, que Televisión Nacional tiene que ser financiada por el Estado, que la ciudadanía homosexual y transexual debe tener los mismo derechos plenos que los ciudadanos heterosexuales. Dijo eso y mucho más. Pero capaz que en la reescritura veloz de los hechos por parte de estos medios se produzca “un efecto de realidad” y nos convenzan que Arrate no afirmó que es socialista y que representa la opción de izquierda para las próximas elecciones. Y para completar este interesado “efecto de realidad” que favorece a la sensibilidad neoliberal, capaz que se termine por afirmar que Arrate ni siquiera estuvo presente en el debate.
Diamela Eltit, frase adjudicada a Galileo Galilei, después de ser juzgado por los tribunales de la Inquisición en el siglo XVII.
Los interesados pueden inscribirse con Eugenia Pradopalabra02@gmail.com No olviden difundir esta información entre sus conocidos y contactos para que no falte nadie Jorge Arrate 100% Izquierda http://izquierdajorgearrate.blogspot.com/